martes, 28 de abril de 2015

Crítica de "Disidentes" en Literaturas.com




"Disidentes. Antología de poetas críticos españoles (1990-2014)"
por Miguel Ángel Gara

Frente al voluntarismo y la ingenuidad, algunos intelectuales y escritores de toda la vida (entre ellos poetas) nos  advierten del imperdonable adanismo de los jóvenes y de la presunción de que las formas de gobierno o de distribución de los recursos puedan ser más democráticas, justas o ecológicas. ¿Qué es eso de descubrir asuntos que ya estaban inventados desde Pericles o desde el XXVI congreso del PSOE?, aquello que no es intercambiable, el discurrir de una vida entera que fue la de un país transitivo, ese relato de inveterados defectos, pero que conocemos y nos calma y nos duele porque es el nuestro y eso no se toca porque en caso contrario es usted un iluso o, lo que es peor, un moralista.

Aunque parezca un poco exagerado, el pensamiento esclerótico y aprovechadamente cenizo, tan español en su desconfianza de lo nuevo, fue resumido por la francesa y saltarina Madame de Pompadour (su época, por cierto, similar a esta nuestra) en una famosa sentencia: Après nous, le déluge (Después de nosotros, el diluvio) y uno se imagina a la marquesa (como a las de aquí) adornando la boutade con una de esas sonrisas que hiela la sangre. Pero aunque en su siglo XVIII no terminó de llegar el apocalipsis sino una sangrienta revolución que transformó la historia, en nuestros días sí es posible que, en efecto, nos enfrentemos a una catástrofe. Y no por una amenaza bíblica sino sencillamente por la dificultad de un futuro viable en un planeta al que se le esquilman poco a poco los recursos naturales en el escenario de un inquietante cambio climático. Un mundo que genera enormes masas de población sufriendo hambre, guerras y enfermedades consecuencia de una pésima distribución de la riqueza, mientras en sociedades occidentales regresivas (la nueva aristocracia) se fomenta el despilfarro y el cinismo. Sociedades por otra parte sometidas también a una economía de especulación que justifica la desigualdad en beneficio de las élites transnacionales.

Desde esos problemas que hace tiempo dejaron de ser locales para hacerse globales, ha ido surgiendo en los últimos años o decenios en este país una mirada poética no demasiado optimista ni tampoco autocomplaciente que se recoge ahora en la antología “Disidentes”.

Podríamos caer en la tentación de ponernos en la piel de un lector escéptico o desencantado y decir “Vaya, otra antología de amigos de alguien o de algo” o, incluso, “otro antólogo que cree que descubre el Mediterráneo” (Aunque lo cierto es que el Mediterráneo se descubre todos los días porque todos los días alguien lo ve o lo nombra o lo naufraga por primera vez). Porque esta selección podría parecer otra más entre las varias que se han editado últimamente en España coincidiendo con la llamada Crisis. Llámese poesía crítica o  reivindicativa o de la Conciencia o simplemente aquella que pone el dedo no tanto en lo invisible como en lo ocultado u olvidado u obliterado por los tentáculos del poder y sus herramientas. Habitualmente la posición de la poesía más empática o comprometida es dar voz a lo que no la tiene (la piedad) pero en el caso de la poesía crítica, es sobre todo darla a aquellos que si bien estrictamente no la han perdido, se ven imposibilitados de utilizarla dentro de un contrato social injusto o al menos mejorable.

La diferencia fundamental entonces que tiene esta antología realizada por el filólogo y también poeta Alberto García Teresa respecto a otras, es que trata de ser exhaustiva. Más que compendiar se ha tratado de sistematizar (lo que es loable aunque inevitablemente con un resultado mucho más discutible en cuanto a ausencias e inclusiones) y parte de dos puntos de vista: por un lado todos los autores presentados se caracterizan por “hacer de su práctica poética una expresión de disidencia y de antagonismo” de manera “central, constante o en tramos amplios de su trayectoria” y por otro su selección abarca el periodo de tiempo que transcurre desde “el albor de la disolución formal de la URSS” hasta la actualidad. De esa manera encontramos poetas de varias generaciones cuya posición en el libro se ubica en un orden de edad de mayor a menor, desde los 74 años del primero a los apenas 23 del último. Entre ellos se encuentran nombres fundamentales en la poesía (no sólo crítica) de este país en los últimos 30 años. Bajo mi punto de vista figuran al menos 4 de los 8 o 10 mejores poetas españoles vivos (hombres y mujeres) y a los que no citaremos para no preponderar su obra sobre la del resto de incluidos.

La tradición de poesía crítica moderna, que se remonta en castellano, como mínimo, a las vanguardias latinoamericanas y a algunos autores del 27 (en especial Miguel Hernández), alude directa o indirectamente a los conflictos humanos en relación con los procesos socioeconómicos o sociopolíticos que los generan. Por supuesto (como bien se ve en la antología) no hay unanimidad en sus modos de expresión tendiente a la línea clara, más o menos explícita o personalista aunque también puede ser más o menos ficcionada o más o menos velada, con una interpelación al lector más indirecta. Pero en todos los casos, es su generación, su poiesis, la que está vinculada a una visión ética que predomina frente a la búsqueda de lo nouménico, si bien no tiene por qué prescindir del hallazgo lírico o de la metáfora audaz. De hecho, personalmente creo que eso dota a cualquier poesía crítica de mayor fuerza. Es decir, es tanto más efectiva no tanto por ser crítica como por ser poesía.

Sea como fuere, su cometido o su intento no es tanto recrear o visibilizar como nombrar y regenerar nuestro “contrato” con la realidad consuetudinaria mediante el lenguaje, dotar de nombre y por tanto de existencia a los puntos ciegos de la existencia cotidiana y contribuir a discutir o poner en tela de juicio los relatos hegemónicos. Relatos que históricamente y salvo breves excepciones siempre han sido construidos o usurpados por poderes refractarios a cualquier cambio que acaparan los medios materiales de producción y manipulación.

Se dice que el título del famoso libro de Walt Whitman “Hojas de hierba” se refiere al fino césped sobre las lápidas, a la hebras que cubren las tumbas. Las palabras en poesía son en cierto modo eso: hojas de hierba, insignificantes, incluso dichas bien (con ese afán cabalístico de nombrar lo innombrable) siempre demasiado tarde o demasiado pronto, pero a pesar de ello vitales, alimenticias, necesarias porque ilustran tanto para bien como para mal la potencialidad del ser humano. Palabras para seguir poniendo de referencia una verdad a cuya manifestación interesadamente se nos niega el acceso: Y es que todo lo que existe está íntimamente unido y posee pertenencia mutua, es por ello que nada puede ser propiedad exclusiva de algo o de alguien. Y menos como ocurre cada vez en mayor medida si ese alguien ya lo tiene todo en perjuicio de los que no tienen nada. Excepto quizá su voz inaudible cayendo al mar.

Disidentes. Antología de poetas críticos españoles (1990-2014)
(Selección de Alberto Gª Teresa)
Editorial.-. La oveja roja
Nº Paginas.- 452

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